miércoles, 27 de octubre de 2010

Comedia romántica... Vamos a empezar hablando de las características básicas del género. Una regla de oro de una buena comedia romántica es que los personajes protagónicos tienen que ser personajes opuestos, antagónicos, bien diferentes. Esto nos sirve y nos asegura que el día que estos personajes se conozcan se va a llevar horriblemente mal y esto es fundamental. A lo largo de la historia estos personajes van a vivir situaciones de encuentro y situaciones de desencuentro, básicamente situaciones de desencuentro. Todo va a parecer que el amor entre estos personajes es prácticamente imposible y para lograr esto se utilizan recursos clásicos como por ejemplo crear situaciones de equívocos, situaciones de confusiones, malos entendidos. Como contrapartida aparece un segundo elemento fundamental: el factor mágico. En determinado momento van a aparecer situaciones mágicas que van a indicar que el amor de estos personajes deberá llegar a un encuentro. Y acá aparece el tercer elemento que es el amor. Hay amores picantes, hay amores suaves, hay amores que mejor ni probarlos, hay amores de mundos opuestos como el amor del rico y la pobre...clásico. Amores que parecen imposibles, amores inalcanzables. Pero hay que saber que cuando digo "no" en realidad estoy diciendo "no por ahora".

jueves, 14 de octubre de 2010

martes, 12 de octubre de 2010

Flotando en el viento

Cuando no sabés a dónde vas, cualquier camino puede servir. Dan miedo los cruces de camino. Da miedo partir. Da miedo volver. Las preguntas, las respuestas dan miedo. Si no sabés hacia donde vas, lo mejor es dejarte llevar, como flotando en el viento.
A veces hay que desprenderse del equipaje, y como una pluma, dejarse llevar por el viento.  para que a cada paso, un paisaje, una emoción o una contrariedad nos reconcilien con la vida pequeña, y su muerte pequeña”. Para que un día nos queden unos cuantos recuerdos, para poder decir “estuve en tal recodo”, para poder decir “estuve en tal pasión”, para poder decir “estuve en tal pueblo fantasma, en tal amistad, haciendo tal cosa”. Para poder decir “yo estuve ahí”. Para poder hacer todo eso, es necesario no temerle a partir, ni a volver. Porque estamos en una encrucijada de caminos que parten y que vuelven, si no sabemos hacia dónde ir, hay que dejarse llevar por el viento.
El viento lleva, y a la vez trae. El viento nos puede llevar a lugares insospechados. Flotando en el aire, están todas las preguntas y todas las respuestas. Y flotando en el viento, iremos a donde debamos ir.

domingo, 10 de octubre de 2010

Los fuegos de la envidia

“¿Por qué nos sometemos incluso en situaciones en las que podríamos rebelarnos?
¿Por qué incluso cuando por una cuestión numérica estamos en condiciones de rebelarnos no lo hacemos?
Hay dos motores que mueven a la humanidad, uno es el deseo y el otro la envidia, o sea desear lo que sea el otro. Todos tenemos deseos, son el motor de nuestra vida. No es malo tener deseos, pero cuando no alcanzamos lo que deseamos y lo alcanza otro ahí nace la envidia.
Nadie desea lo que nadie desea. Un cuarto lleno de juguetes, dos niños, uno agarra un juguete y el otro por supuesto quiere el mismo juguete. Está en la naturaleza.
‘Que suerte, que guacho, que tarro…”. Si, tarro, cosas que le decimos al otro cuando creemos que tuvo suerte, pequeñas expresiones simpáticas teñidas con una gotita de envidia, nada grave. ‘Envidio el vestido que tiene mi amiga, pero bueno, yo voy a tener otro también’. Hay otra envidia que es mucho más peligrosa: la envida del ser.
La envidia del ser es algo tan profundo, tan profundo que a veces no lo podemos ver. Ya no envidio lo que tiene el otro, envidio lo que es el otro.
Los fuegos de la envidia tienen poderes casi sobrenaturales. Son fuegos que pueden arrasar con todo, pero que pueden encender un motor.
Un recordatorio de que algo no estamos haciendo para cumplir nuestro propio deseo. Hay que luchar por nuestro deseo, no darse por vencido nunca. No existe fuerza más poderosa que el deseo, es indestructible. Nuestro deseo es el único capaz de apagar el fuego de la envidia.”

sábado, 9 de octubre de 2010

Obseción

¿Es un capricho?, ¿Es una necesidad?, ¿Es constancia?, ¿Es lealtad?, ¿Es tenacidad?, ¿Es terquedad?, ¿Es intransigencia?, ¿Es obstinación?.
¿Cómo se llama eso que sentimos, y no se va ni con el tiempo?, ¿Es amor?, ¿Es una manía?, ¿Es ceguera?, ¿Qué es? ....... ¿O es obseción?.
Es muy fácil confundir amor con obsesión, pero no son lo mismo. El amor está en todo el cuerpo, la obsesión solo está en tu cabeza. Te encierra en tu burbuja, te aísla, te adormece.
Cuando no hay amor aparece la obsesión, para aturdirnos, para hacernos creer que sentimos algo cuando en realidad no sentimos nada, porque estamos vacíos, vacíos de amor.
El amor saca lo mejor de uno, y la obsesión lo peor.
A veces podemos parecer valientes, arriesgados, y en realidad lo que nos empuja es estar ciegos, obsesionados.
Por la obsesión se puede hacer cualquier cosa, se puede lastimar tanto…

Porque la obsesión al fin y al cabo es un medio para llegar a ningún lado, o para llegar demasiado lejos.
Trampas en nuestra cabeza, y ahí vamos inocentes entregando nuestro cuerpo, creyendo que ese camino nos llevará hacia el amor justificando los medios por ese fin. Y en nombre del amor, matamos al amor.
Por eso las obsesiones son tan peligrosas, porque es un lugar del que nunca se vuelve.